17 de diciembre de 2010

Hasta que la envidia nos separe…

Basta con entrar un poco en la vida de una mujer para darte cuenta de cuáles son sus (nuestros) puntos débiles.

Los míos, además de la compra de zapatos, que pronto la tendré que tratar con psicólogo, son esas pequeñas ámpulas que levanto al ser catalogada como una mujer ¡chic!.


A lo largo de nuestra vida contamos con un sinfín de “amigas” las cuáles van pasando como: las de la escuela, las de la cuadra, las del trabajo, las de la fiesta etc.


Tal vez, después de un momento físico emocional te das cuenta que necesitas del apoyo de tus comadres; lo duro es darte cuenta que tus verdaderas comadres son aquellas que están en los momentos más difíciles, como, una enfermedad, un divorcio, la pérdida de un hijo o un simple truene con la pareja, y no solo en los momentos felices.


La envidia, uno de los pecados capitales quel TODOS comentemos, en nuestra actualidad viene de la mano de la famosa “amistad”.


Si tienes, novio, si tienes mejor trabajo, si te compras tus Louboutin anhelados, si estás más flaca etc, cualquier motivo de felicidad y de orgullo para ti, es causante de envidia para muchas, y lo peor es  que te quitan la mano de apoyo, solo por el temor a que puedas estar un peldaño (imaginario) más arriba que ellas.


La solidaridad es lo que se debe tener como primera prioridad cuándo una de nuestras amigas está en problemas, y el festejo junto con ellas, si está feliz.


En mi caso, el estar siempre en el ojo del huracán por cuánta extravagancia me acomode, ha sido el ingrediente perfecto para darme a conocer como una persona a la que le gusta llamar la atención, ser protagonista, y por consiguiente ser envidiada.


A veces es muy divertido saber que alguien quiere ser como yo, pero después de un tiempo ese celo que te tienen se puede convertir en algo desagradable y traerá muchos problemas.


Todas tenemos personalidades distintas, las cuales hay que respetar,  tolerar ser tal cual somos y juntas formar un abanico de colores.


Yo no quiero que seas como yo, quiero que nos complementemos y nos apoyemos como amigas que somos.


Yo, a mis amigas las tengo cerca. Pero a mis envi.amigas las tengo unidas a mí, aún MAS cerca.


gs

7 de diciembre de 2010

... Y en el camino andamos.

Para mi espíritu de suicida frustrada los días como hoy son muy interesantes, amaneció nublado, en mi oficina no hay mucho movimiento y esto me hace pensar muchas cosas locas, entre las cuales ésta, escribir sobre ese sentimiento (si se le puede llamar así) que queda después de llegar al nivel más alto de la euforia, la felicidad y el éxtasis… Bienvenidos de vuelta a la Realidad!



Después de querer por sobre todas las cosas el negarlo, al final lo entendí. Porque siempre tras una sensación de satisfacción plena inmediatamente trae consigo el estado de melancolía, ese en el que parece que te estás cayendo de un edificio de muchos pisos, ¡Sí!, igual a ese sueño recurrente que hemos tenido alguna vez, en el que antes de llegar a sentir el trancazo en el piso te despiertas angustiada y sudando frió, con la respiración exaltada y con esa sensación de que el corazón se te sale por la boca. -En mi experiencia masoquista esa sensación me gusta, pero yo soy una especie rara, no se confundan-


Muy en mi interior comparto la idea de que los seres humanos somos animales que piensan, y que regresan de nuevo a la misma sensación, solo por decir “te lo juro que esta es la última vez” y muy en el fondo – que es dónde deberíamos de dejar dichas eventualidades- sabemos que la última vez ¡NO ES!.


Es muy divertido escuchar a tu amiga contándote por 40ª ocasión, que el idiota en turno solo le ve la cara de mensa porque le habla cuando él quiere y hace con ella lo que se le antoja- mmmh me suena conocida esa novela,- y tu cómo toda buena amiga “pensante” y buscando el mejor consejo le dices: ¿Qué? A mí me hace eso una vez y a la fregada… o sea amiga que te pasa por que te dejas?.... ¿ Entonces porque fregados no tomamos nuestro propio consejo?


¡Mujeres, hombres, y gárgolas… TODOS tenemos el mismo comportamiento aunque lo neguemos tres veces antes del amanecer… y ya ven, hasta Judas lo sufrió por negarlo… a todos nos encanta el drama y sus mieles… y el que diga que no, MIENTE!


La clave está en soltar, palabra proveniente del verbo “dejar ir” y no engancharse. La bronca consiste en el no engancharte, porque para cuándo te das cuenta ya es demasiado tarde y ya estás atada con un nudo peor que el que hace un Boy Scout alrededor de la fogata.


En fin, por esta y muchas cosas más… no vendrá nadie a mi casa esta navidad. (Creo)


Mi sarcasmo y mi diferencia a las mujeres rosas, me ha hecho estar dónde estoy… la orientación varía; a veces apunta hacia el cielo, y otras tantas al infierno… pero eso es otra historia.


Convencional no soy, tal vez ese ha sido el motor que me hace avanzar y del cuál seguiré sacando el mejor provecho aunque a veces tenga que dejar en el camino algo más que unos cuantos “hasta luego... o hasta nunca"

soltar soltar...


gs