14 de octubre de 2013

Obedezca las señales…


Después de un día lleno de altas y bajas emocionales, laborales y financieras, ¡digo! es fin de quincena, o sea y ¿mi dinero? 
En fin… cada vez que hay un evento importante en mi vida me da por escribir, y a ustedes mis amados seguidores, por leerme.

El ser humano es el único “animal“ diseñado genéticamente para volver a cometer los mismos errores pero con diferentes personas, aclarando.  La catarsis es mi única aliada en estas situaciones, ya que es mi manera de depurar lo malo. Todos tenemos algún demonio dentro, el objetivo está en no encontrarte a nadie que haga que salga porque ¡oh Dios! Troya vuelve arder.
Al empezar una relación, abunda el entusiasmo,  piensas en todas las posibles coincidencias, puestas por el universo, obvio es tu mantra diario, “por algo pasan las cosas“… por pendeja por ejemplo, diría yo, o más bien dice la frase.
En un camino, siempre hay señales, las cuáles hay que obedecer para poder llegar a tu destino, ¿qué pasa cuándo las pasamos de largo?... Vamos y nos estampamos, sí, de jeta, de cuernos o de nalgas (la forma del trancazo cada quién la decide). Es verdad que no podemos ir por la vida haciéndole caso a todo el mundo, sobre tu “media naranja en turno“ pero tampoco podemos ir a ciegas manejando en el viaje del corazón haciendo caso omiso a cuándo bajar la velocidad, poner las direccionales, voltear hacia los lados, ver por el retrovisor (aquí si se vale mirar hacia atrás un poco), o de plano cuándo decidir parar.  Si tienes dudas, la respuesta SIEMPRE es no. 
Tengo varios caminos recorridos, de los cuáles he conocido paisajes muy lindos y andares muy dolorosos, de ninguno me he arrepentido, ya que gracias a ellos ahora estoy en dónde estoy.

Me he pasado muchos altos, tengo algunas infracciones y los choques me han dejado un poco marcada, pero eso no quiere decir que se me acaban las ganas de conocer el verdadero amor, sí, ese amor cursi,  lindo, que te estremece, que sabes que en las buenas y en las malas ahí estará, que no a la primera de cambios deja el camino solo porque el miedo a seguir adelante es más fuerte que el querer abrir su corazón. 
Tal vez acelero un poco en mi andar, pero ¿a quién no le gusta la adrenalina de alcanzar los 160kmh? Sentir el aire en la cara, saber que el mundo es tuyo y que lo estás compartiendo con alguien.
La catarsis que provoqué el día de hoy ha sido hasta el momento la más satisfactoria. El ir a pasar una estafeta que no me correspondía y saber que no abandoné el camino, simplemente cambié de dirección, ya que sentía que ya había pasado por ahí y el lugar a dónde me dirigía no me había gustado. Ahora vuelvo a manejar sola, tal vez el algún momento tenga otro copiloto que me ayude a llevar este andar, por lo pronto voy tranquila, sabiendo que aunque esté loca (y mucho) esto ha sido lo más cuerda que he decidido. GRACIAS por enseñarme que no hay necesidad de irme por terracería,  soportando defectos adquiridos en el coche emocional,  lugares tristes, y llevando equipaje extra que no hace falta. (Con el que uno lleva ya es suficiente).
Hoy, “cedí el paso“ y nunca me había sentido tan tranquila y sin prisas para lo que viene y hacia dónde quiero llegar.

¿Qué pasó camino? Antes ponías mejores piedras…