7 de diciembre de 2010

... Y en el camino andamos.

Para mi espíritu de suicida frustrada los días como hoy son muy interesantes, amaneció nublado, en mi oficina no hay mucho movimiento y esto me hace pensar muchas cosas locas, entre las cuales ésta, escribir sobre ese sentimiento (si se le puede llamar así) que queda después de llegar al nivel más alto de la euforia, la felicidad y el éxtasis… Bienvenidos de vuelta a la Realidad!



Después de querer por sobre todas las cosas el negarlo, al final lo entendí. Porque siempre tras una sensación de satisfacción plena inmediatamente trae consigo el estado de melancolía, ese en el que parece que te estás cayendo de un edificio de muchos pisos, ¡Sí!, igual a ese sueño recurrente que hemos tenido alguna vez, en el que antes de llegar a sentir el trancazo en el piso te despiertas angustiada y sudando frió, con la respiración exaltada y con esa sensación de que el corazón se te sale por la boca. -En mi experiencia masoquista esa sensación me gusta, pero yo soy una especie rara, no se confundan-


Muy en mi interior comparto la idea de que los seres humanos somos animales que piensan, y que regresan de nuevo a la misma sensación, solo por decir “te lo juro que esta es la última vez” y muy en el fondo – que es dónde deberíamos de dejar dichas eventualidades- sabemos que la última vez ¡NO ES!.


Es muy divertido escuchar a tu amiga contándote por 40ª ocasión, que el idiota en turno solo le ve la cara de mensa porque le habla cuando él quiere y hace con ella lo que se le antoja- mmmh me suena conocida esa novela,- y tu cómo toda buena amiga “pensante” y buscando el mejor consejo le dices: ¿Qué? A mí me hace eso una vez y a la fregada… o sea amiga que te pasa por que te dejas?.... ¿ Entonces porque fregados no tomamos nuestro propio consejo?


¡Mujeres, hombres, y gárgolas… TODOS tenemos el mismo comportamiento aunque lo neguemos tres veces antes del amanecer… y ya ven, hasta Judas lo sufrió por negarlo… a todos nos encanta el drama y sus mieles… y el que diga que no, MIENTE!


La clave está en soltar, palabra proveniente del verbo “dejar ir” y no engancharse. La bronca consiste en el no engancharte, porque para cuándo te das cuenta ya es demasiado tarde y ya estás atada con un nudo peor que el que hace un Boy Scout alrededor de la fogata.


En fin, por esta y muchas cosas más… no vendrá nadie a mi casa esta navidad. (Creo)


Mi sarcasmo y mi diferencia a las mujeres rosas, me ha hecho estar dónde estoy… la orientación varía; a veces apunta hacia el cielo, y otras tantas al infierno… pero eso es otra historia.


Convencional no soy, tal vez ese ha sido el motor que me hace avanzar y del cuál seguiré sacando el mejor provecho aunque a veces tenga que dejar en el camino algo más que unos cuantos “hasta luego... o hasta nunca"

soltar soltar...


gs